VACACIONES EN FAMILIA:
Testimonio de la Convivencia Matrimonial y de la Semana de Vacaciones en Familia en Tortosa
Las vacaciones también son momento privilegiado para acercarse a Dios en familia.
El fin de semana del 17 de Agosto tuvimos una convivencia matrimonial en Burgos. Llevábamos tiempo intentando tenerla pero el ritmo del invierno hizo que el único fin de semana disponible para todos fuera en Agosto. Y allí nos fuimos, cuatro matrimonios de la parroquia, junto con nuestros hijos (un total de 8 niños entre 2 y 6 años) y tuvimos la suerte de contar con la presencia de José Ramón, nuestro párroco.
Fue un fin de semana en el que disfrutamos juntos, tuvimos tiempo de compartir juegos, charlas, comidas, visitas turísticas, oración, etc. Bueno, las Eucaristías con 8 niños tan pequeños fueron un tanto “especiales” pero seguro que el Señor disfrutó con la presencia de los niños.
También tuvimos tiempo de tener dos momentos de revisión del curso (ya con los niños acostados), donde pudimos reflexionar sobre lo que habíamos hecho durante el año y lo que íbamos a hacer el curso que empieza ahora. No sabemos si conseguiremos todo lo que nos propusimos, lo que sí quedó claro es nuestro amor por el Señor y nuestro interés en que el grupo de matrimonios “jóvenes” de la parroquia sea un lugar de encuentro, comunión, ayuda, oración, convivencia y sobre todo testimonio para otros matrimonios de la parroquia.
Justo la semana siguiente, el 25 de Agosto, comenzaba en Tortosa la semana de vacaciones en familia que organiza la Acción Católica de la diócesis de Getafe todos los veranos (este es el séptimo año que se realiza).
Conocíamos el formato de Tortosa, ya que durante tres años habíamos hecho el master de pastoral familiar que organiza el Instituto Juan Pablo II (de este master os hablaremos otro día). La cuestión es que después de terminar el master, seguíamos teniendo la necesidad de pasar una semana en verano con otras familias cristianas. Así que el verano pasado, animados por nuestros sacerdotes, nos decidimos a ir a Tortosa. Y la experiencia fue tan buena que hemos vuelto este año.
Para los que no conozcáis lo que se hace allí, os contamos que comenzamos la jornada ofreciendo el día a la Virgen todos juntos. Los niños tienen sus grupos en función de la edad, con sus monitores y sus actividades organizadas durante toda la mañana, desde los pollitos (bebés de 0 a 1 año), las tortugas (2 años), los ratones (3 y 4 años), las ardillas de Tortosa, los leones, etc. Y así hasta los jóvenes (de hasta 18 años). Lo bueno de Tortosa es que todo el mundo tiene un lugar allí y se acoge a todo tiempo de familias, independientemente de su situación familiar, hasta vinieron algunas abuelas con sus nietos.
Los niños ya desayunaban con sus monitores y después comenzaban su jornada (actividades, catequesis, piscina, etc.) Se percibía que los niños estaban felices. Nuestro hijo Gonzalo de 5 años nos llevaba todo el año pidiendo volver a Tortosa y estaba orgulloso de haber pasado al grupo de las ardillas (el año pasado fue ratón). Alejandro con 2 años lloró el primer día, pero ahora dice que quiere ir todos los días al “cole de Tortosa”. Y además de jugar, han aprendido, han rezado, han compartido. Uno de los días tuvieron misa sólo los niños (150) niños y nos contaron los monitores que se portaron todos fenomenal.
Por la mañana los adultos teníamos misa y después la posibilidad de asistir a tres cursos distintos, todos muy interesantes. Después de comer recogíamos a los niños y las tardes eran libres para pasarlas en familia. Todos los días de organizaban planes para realizar con el resto de familias, aunque también estaba la posibilidad de pasar la tarde en la piscina del seminario.
A las 8 rezábamos todos juntos el Santo Rosario, cenábamos y acostábamos a los niños. Una vez acostados, los adultos volvíamos a tener algunas actividades (película, Hora Santa, cineforum, tertulia y velada).
Un momento especial siempre es la tarde en la que los niños hacen las actuaciones que han preparado durante toda la semana. Y no menos especial y divertida es la noche en la que los adultos preparamos una velada, donde hay muchas risas.
Este año hemos estado más de 270 personas, entre niños, adultos, monitores, seminaristas y sacerdotes. Y hemos contado con la presencia de nuestro Obispo D. Joaquín, que como todos los años, nos acompaña durante toda la semana. También nos acompañó durante dos días Ramón Alfredo junto con sus padres, lo cual le agradecemos muchísimo, ya que Tortosa está algo lejos para ir sólo dos días, pero aún así quiso acompañarnos.
Es cierto que es una semana muy intensa, pero merece la pena disfrutarla.
Para nosotros lo más importante de Tortosa es la convivencia con otras familias, cada una con su realidad, algunas de las que ya somos amigos, otras que ya conocíamos de otros encuentros y otras que conocimos por primera vez.
Y sólo podemos dar gracias a Dios por esta semana, que siempre es un regalo para nuestra familia. No podemos dejar de hacer una mención especial a los monitores ya que son una parte muy importante del éxito de Tortosa. Un grupo de casi 30 monitores y seminaristas que de forma voluntaria y sin recibir nada a cambio dedican una semana del verano a cuidar de nuestros hijos. Y con un cuidado y una delicadeza especial, que sólo puede venir del amor que tienen al Señor. Madrugaban más que los adultos para poder celebrar la Eucaristía antes de empezar con los desayunos de los niños y hasta las 12 de la noche cuidaban de nuestros hijos por los pasillos de las habitaciones, por si alguno se despertaba. Gracias de verdad.
Y también agradecer a los sacerdotes que estuvieron acompañándonos a lo largo de la semana y a todas aquellas personas que hacen que Tortosa sea posible.
Por último, damos gracias al Señor, por poder tener esta semana que hace que volvamos con más fuerza para empezar el curso y con el corazón lleno de experiencias inolvidables.
Os animamos a todos para vernos el verano que viene en Tortosa.
Familia Martínez – Gil
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