EL CATECUMENADO:
Cuando nací, mis padres decidieron que fuese yo la que eligiera si quería o no seguir el camino de Dios. Y con 17 años en una peregrinación a Guadalupe tomé una de las decisiones mas importantes de mi vida: bautizarme.
Todo comenzó cuando a una de mis amigas se le ocurrió proponernos el de ir a una peregrinación con la parroquia, jamás había ido a una, a ninguna de las chicas le pareció mal y yo pensé ¿un finde con mis amigas? seguro que me lo pasare bien. La peregrinación consistía en un fin de semana a Guadalupe junto con mas jóvenes, bueno pues fueron tres días en los que descubrí que el camino de la felicidad, del amor verdadero era donde estaba Jesús .
El tercer día, al llegar a Guadalupe, me encontré rodeada de muchos chicos y chicas de diversas edades que tenían el mismo propósito: encontrarse con Dios. Y sin quererlo al entrar en la iglesia junto con todos esos jóvenes allí me lo encontré como otro joven más esperándome con los brazos abiertos y ahí lo tuve clarísimo. Así fue como tome la decisión.
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Al tomarla se lo comente a mis amigas que las hicieron mucha ilusión y me apoyaron desde el principio (todas ellas estaban bautizadas y tenían fe) y al regresar de la peregrinación se lo comente a mis padres y a los sacerdotes de mi parroquia, ambos me dieron su aprobación y me respetaron mi decisión.
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Cuando me explicaron el proceso, que tenia que dar dos años de catequesis, pensé ¡qué largo!, y ahora escribiendo este testimonio y mirando el calendario, ahora pienso ¡que rápido se ha pasado!.
Al principio dos años parece mucho, pero pasan volando. Son dos años en los que aprendes cosas que te hacen sentir mejor persona, que te hacen abrir los ojos y darte cuenta de lo grande que es Dios, que te hace valorar saaassasaassasasasahshajhjhsajhasjhsajh asas lo que tienes y lo que te rodea.
Antes del bautizo se hizo el rito de elección que me hizo aumentar mis ganas porque llegara ese 19 de abril en el que me bautizaría.
Y llegó el día, 19 de abril , y mi familia y amigos me preguntaban ¿estas nerviosa? Y yo no lo estaba, me encontraba tranquila, normal como un día más. Pero al llegar a la catedral, y ver a mis amigos, a mi familia, a mi catequista Susana, esos hechos cambiaron mi estado pase de tranquila a emocionada: entusiasmada .
Antes de empezar la vigilia pascual, repartían velitas a los asistentes y a los catecúmenos nos colocaban en la puerta de la catedral con todas las luces apagadas, con el obispo y curas al lado, cuando nos dieron la señal entramos después del sacerdote y la gente se levantaba de sus bancos para darnos la bienvenida a la casa del señor . Después llegamos a nuestros asientos y me fije en el resto de catecúmenos , éramos de países distintos, edades diferentes pero todos compartíamos la misma fe. Llegó el primer sacramento : el bautismo, nos levantamos de los bancos y nos dirigimos a la pila nos pusimos en fila y yo era una de las ultimas y veía como los catecúmenos salían de la pila sonriendo y pensando ya puedo decir que soy bautizada, estaba ansiosa porque llegara mi momento; y llegó, entré en el baptisterio junto con mis padrinos, sonreí al obispo y él me hecho el agua. Al salir, sentí una sensación de alegría, felicidad, estaba dando brincos en mi interior, parece una gotita de agua, pero en realidad es mucho mas que una simple gota. Una vez que todos estábamos bautizados, nos confirmamos y por último la Eucaristía. Minutos antes de recibir el Cuerpo de Cristo, me acordaba de todos esos domingos viendo a la gente comulgando desde mi asiento y ahora era yo junto con los demás esperando para comulgar, ansiosa estaba.
Al terminar la Misa , yo seguía siendo la misma de siempre porque al Señor le tenía a mi lado desde el día que decidí bautizarme, lo que ocurrió esa noche fue que me convertí en su hija, en ¡Hija de Dios!
Lo que quiero decir con esto, es que lo que experimenté esa noche fue algo especial , sentí que el Señor estaba ahí junto conmigo animándome.
Os animo a todos los adultos que no habéis recibido este sacramento, a tener la experiencia que yo he tenido, es un camino precioso, y Dios estará con vosotros para siempre.
Doy gracias a Dios por todos los que me han acompañado en mi catecumenado y en especial a mi catequista Susana.
Dios os bendiga.
Diana.
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