Los enfermos es una de las tareas principales de la parroquia. Debemos acoger, sostener y ayudar a cada uno de ellos, como lo hizo el Señor durante su vida publica.
Nos dice el Papa Benedicto XVI:
«Cada año, con la Jornada mundial del enfermo, la Iglesia quiere sensibilizar a toda la comunidad eclesial sobre la importancia del servicio pastoral en el vasto mundo de la salud, un servicio que es parte integrante de su misión, ya que se inscribe en el surco de la misma misión salvífica de Cristo. Él, Médico divino, «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo» (Hch 10, 38). En el misterio de su pasión, muerte y resurrección, el sufrimiento humano encuentra sentido y la plenitud de la luz. En la carta apostólica Salvifici doloris, el siervo de Dios Juan Pablo II tiene palabras iluminadoras al respecto: «El sufrimiento humano —escribió— ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo. Y a la vez ha entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unido al amor (…), a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo, y de ella toma constantemente su origen. La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva» (n. 18)»
Las reuniones del grupo de visitadores de enfermos para su formación personal son los viernes a las 18:00
También administramos los sacramentos de la Reconciliación, Eucaristia y Unción de los Enfermos siempre que se solicite al sacerdote.
Además también celebramos un domingo en mayo la Pascua del enfermo en la Misa mayor, donde también se puede recibir la Unción, siempre habiendo solicitado previamente.