EL EJEMPLO DE UNA BUENA CONFESION

EL EJEMPLO DE UNA BUENA CONFESIÓN:

Primer mandamiento:

  • Dios no suele ocupar el primer lugar en mis planes, a veces se me olvida hasta incluirle.
  • Busco constantemente hacer mi voluntad y se me olvida la de Dios, sobre todo en mi familia y noviazgo.
  • Limito mi relación con Dios muchas veces a la misa o las oraciones de por la noche.
  • No amo realmente y de verdad a mi enemigo, ni siquiera a mis hermanos, familia, novio… siempre soy yo la primera.
  • En la universidad me callo en temas de fe por miedo y vergüenza.
  • A veces, en algunas dificultades desconfío del poder de Dios para curarme del todo.
  • Caigo en la desesperanza en pequeñas cosas muy a menudo.
  • Soy muy tibia y perezosa en el tema espiritual.
  • No me suelo formar en la fe y cuando he empezado un libro que me podía ayudar, por pereza y aburrimiento lo he dejado.

Segundo mandamiento:

  • Hace tiempo que en la universidad no paso por la capilla de forma habitual y muchas veces es por prisas o vergüenza.
  • Por vergüenza y miedo en la universidad o con la familia me callo muchas veces cuando blasfeman y dicen palabrotas.
  • Uso muchas veces lenguajes irreverentes: insultos, groserías…

Tercer Mandamiento:

  • Cuando voy a misa, y sobre todo los domingos, suelo distraerme y llegar tarde.
  • Me cuesta vivir la misa bien y muchas veces me doy cuenta que no tengo fe para ver lo que pasa en la Consagración.
  • Suelo cultivar, en el domingo, sobre todo mi relación con la familia, pero con Dios no tanto y suelo tomarme ese día como descanso para rezar menos.

Cuarto mandamiento:

  • Muchas veces no soy obediente ni cariñosa con mis padres (sobre todo con mi madre) ni con mis profesores de la universidad, tampoco con mis abuelos, no les cuido mucho ni mi relación con ellos es muy grande.
  • Hago sufrir a mis padres por no obedecerles, por las contestaciones que hago o por la falta de gestos de cariño que no hago por orgullo.
  • Contesto, soy vaga, perezosa, pasiva en casa como costumbre y me enfado si me piden que haga algo.
  • Me cuesta ser humilde y aceptar consejos de los demás sobre todo cuando es en relación con Dios.
  • Cuando llego a casa no soy alegre ni tengo intención de servir sino todo lo contrario.
  • Me cuesta, cuando veo a mi madre cansada, ofrecerme para ayudar o darle un masaje…
  • Algunas veces me avergüenzo de mis padres y sus comportamientos, y les juzgo.
  • No busco una conversación ni un trato muy profundo con mis hermanos.
  • Tengo celo de la relación de mis hermanos con mis padres, padre- hermana y madre- hermano.
  • No suelo buscar ayudar a mis hermanos y menos si me supone un sacrificio.

Quinto mandamiento:

  • No he hecho lo imposible por evitar bulling o peleas en clase o en mi familia e incluso lo fomento entre profesor- alumno, alumnos o familiares.
  • El tema de la violencia me cuesta no contemplarlo cuando, sobre todo, son personas del Estado, ejército o policías, por rencor.
  • Tengo odio y rencor hacia una prima mía desde hace mucho tiempo.
  • Cuando me enfado muchas veces he insultado, humillado, ridiculizado a las personas que me quieren.
  • Me cuesta y a veces no consigo perdonar ofensas.
  • Niego el saludo haciendo como si no viera a muchas personas por pereza.
  • He conducido a velocidades mayores de las establecidas.
  • Al enfadarme, sobre todo con mi novio, he hecho que se separe de Dios por ese pecado.

Sexto mandamiento:

  • Muchas veces se me olvida la importancia que tiene mi cuerpo y no lo veo como reflejo del alma a la hora de vestirme bien.
  • Trato el cuerpo de mi novio a veces como un objeto.
  • Me cuesta guardar la pureza en el noviazgo y también exigírsela a mi novio.

Séptimo mandamiento:

  • He dejado de devolver dinero a no ser que me lo pidan varias veces.
  • Soy muy perezosa en casa y con mis estudios y trabajo, y me suelo enfadar si el resto no hace lo que tiene que hacer.
  • Busco mi propia justicia en todo lo que hago sin pensar en nadie más.
  • No suelo dar limosna en misa por “rata”.
  • Tengo gastos innecesarios y no soy capaz de ahorrar.

Octavo mandamiento:

  • Miento a menudo en cosas pequeñas y grandes, pero suelo mentir habitualmente.
  • Critico un montón aun sin saber muchas veces si estoy en la verdad.
  • No suelo defender cuando se meten con alguien y menos si me cae mal.
  • Cuando critico hago que los demás lo hagan y lo justifico.
  • Mantengo en la universidad y en muchos sitios una personalidad falsa, más segura.
  • Me preocupo demasiado por mi imagen y, sobre todo, de lo que pueden pensar de mi los demás.
  • Muchas veces me dejo llevar por la tristeza al hablar con la gente y en mi pensamiento.
  • No suelo disfrutar de la belleza de la naturaleza ni de las pequeñas cosas que hace Dios por mí.

Noveno mandamiento:

  • Tantas veces las cosas las hago porque me ven o para aparentar y no porque esté bien, aunque también lo piense.
  • A veces consiento miradas y deseos impuros.
  • No lucho por la pureza de las personas, suelo aceptar que llevan lo que quieren sin más, aunque después les critico.

Decimo mandamiento:

  • Suelo tener envidia de la gente (formas de ser, vestir, rezar…) pero mala.
  • El dinero muchas veces me hace ser egoísta con los demás.
  • Me alegro de ciertos fracasos y entristezco con ciertos logros de otras personas, sobre todo en clase, y con la gente que me cae mal.
  • Me cuesta reconocer mis limitaciones y más delante de la gente.
  • No suelo agradecer los dones que Dios me ha dado que son un montón.
  • En casa mi forma de expresión sobre todo es la queja y el mal humor.
  • Muchas veces soy mediocre y no busco la felicidad, me quedo en el malhumor, la queja y el pecado.

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